Notas de Conexión

September 5, 2021

Qué Hacer En Cuanto Tu Estas Vacío


¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos (1 Samuel 16:1 NIV).

 

Samuel estaba afligido. No tanto por la pérdida de alguien, sino un profundo dolor por el propósito y la derrota. Samuel, lo había dado todo; se había entregado por completo a servir a Saúl, se había entregado a sus hijos, se había gastado con la nación de Israel. Y ahora, uno por uno, se fueron escapando, y lo rechazaron. ¿Quizás te has sentido un poco como Samuel? Vacío.

 

Los adultos dan y dan, y luego dan un poco más. ¡Damos a nuestros hijos, nuestros cónyuges, nuestros trabajos, nuestros hogares, nuestros amigos, nuestra iglesia! Y si no tenemos cuidado, daremos hasta que nuestros cuernos estén vacíos. Hasta que se seque el aceite de alegría y gozo. Solo podemos dar lo que tenemos, así que es mejor que recibas de Jesús con regularidad.

 

Hay poder en este texto de 1 Samuel. Dios está diciendo, sí, hay un tiempo para llorar y lamentar. Es normal sentir que hemos dado todo lo que teníamos y no fue suficiente. No podemos vivir negando que la vida trae quebrantamiento y, a veces, nos aplasta el peso de la decepción. Pero también hay un tiempo señalado para que termine ese duelo. Y debemos levantar nuestros cuernos, ir al altar y ser llenos de nuevo con una unción fresca de Dios. El Señor le dijo a Samuel: "Llena tu cuerno de aceite y vete ..." escucha estas palabras: "porque yo he provisto".

 

Para Samuel era un cuerno físico en el que llevaba el aceite de la unción. Su cuerno había sido drenado y sentía que no podía hacer nada más. Pero Dios tenía otros planes. Dios tenía un rey que necesitaba ser ungido. Tenía un asesino de gigantes que necesitaba a Samuel. Dios dijo: "Samuel, necesito que tu cuerno esté lleno de aceite". ¿Por qué? “Porque hay un joven llamado David sobre el que vas a derramar la unción, y él va a tomar una ciudad de los gabaonitas que se convertirá en Jerusalén. Y por cierto, David tendrá una descendiente que se llamará María, y María tendrá un corderito, y su nombre será Jesús. Y en esa ciudad de Jerusalén, Jesús cargará una cruz y morirá en ella, y será conocido como el Hijo de David.

 

Si todavía estás viviendo y respirando, entonces Dios no ha terminado contigo. Tus hijos te necesitan. NUESTROS hijos, la próxima generación, te necesitan. ¡El impacto que estos niños tendrán en las generaciones futuras es desconocido e inimaginable! Debemos estar llenos para derramarnos en ellos. Debemos tener algo para dar y no podemos seguir saliendo con cuernos vacíos. No es aceite físico para ti y para mí, es lo que hay en nosotros. Si estás vacío, no tendrás nada para dar.

 

¡Lo que sea necesario para recargar, hazlo! Ve al altar, lee la Palabra, adora al Señor. Encuentra una manera de entrar en Su presencia y permite que el Espíritu Santo te llene de nuevo cada día. Una vez a la semana no es suficiente. Ciertamente, una vez al mes no es suficiente. Tu comunión con Dios debe ser diaria. No tienes que esperar hasta estar en la Iglesia para buscarlo, alabarlo o hablar con él. Él está siempre contigo y esperándote.

 

Pero algo más me viene a la memoria,
lo cual me llena de esperanza:
El gran amor del Señor nunca se acaba,
y su compasión jamás se agota.
Cada mañana se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad!
Por tanto, digo:
El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!

Bueno es el Señor con quienes en él confían,
con todos los que lo buscan.

Lamentaciones 3:21-25

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